martes, 2 de septiembre de 2014

Horacio Epodo V

 Horacio, Epodo V.

“¡Pero, por todos los dioses en el cielo que rigen las tierras y el género humano! ¿Qué es este tumulto? ¿Por qué sus atroces rostros se dirigen todos contra mí? Por tus hijos, si Lucina estuvo presente en tus partos verdaderos. Por el honor inútil de esta púrpura. Te suplico. Por Júpiter que no aprueba lo que hacen. ¿Por qué me contemplas como una madrastra o como una fiera herida con el hierro?”
Cuando tras quejarse de este modo con temblorosa boca, quedó inmóvil el pequeño, cuerpo impúber, que hubiera podido ablandar hasta los corazones de los tracios, Canidia, que tenía su revuelto cabello atado con diminutas viboritas, ordena que los higos arrancados de los sepulcros, ordena que los cipreses funerarios y los huevos embadurnados con la sangre de una rana rubeta y la pluma de una strix nocturna y las hierbas que Iolcos e Hiberia, rica en venenos, producen, y los huesos de la boca de una perra hambrienta se consuman con las llamas de la Cólquide. Y la expeditiva Sagana, por toda la casa va esparciendo agua del averno, eriza sus cabellos como un erizo de mar o un jabalí que corre. Veia, sin ningún cargo de conciencia, cavaba con duros azadones la tierra, mientras se quejaba del esfuerzo, para que el niño, después de ser enterrado, como sacan la cabeza mientras flotan los cuerpos suspendidos hasta el mentón en el agua, pudiera morir tras muchos días ante el espectáculo de los alimentos reemplazados dos o tres veces por jornada. Y luego con la médula y el seco hígado harían una poción de amor cuando sus pupilas fijas en el alimento se consumieran. Y creen en la ociosa Nápoles y en todas las ciudades vecinas que la arimense Folia, de impulsos sexuales masculinos, no faltó a la cita, la que hace descender la luna y los astros del cielo con cantos tesálicos que atraen con sortilegios. Entonces la salvaje Canidia royéndose la uña del pulgar con diente lívido, qué fue lo que dijo o qué fue lo que calló?:
“¡Fieles protectoras de mis asuntos, Noche y Diana, que riges el silencio cuando los sagrados arcanos que ocurren, ahora, ahora, ahora, preséntense y vuelvan su ira y su poder contra las casa enemigas! Cuando las fieras debilitadas por el dulce sopor se ocultan en las selvas temerosas, qué al viejo verde ungido con el nardo que mis manos no podrían haber hecho mejor le ladren los perro del barrio La Suburna para que todos se rían de él. ¿Qué ocurre? ¿Por qué no sirven los venenos crueles de la bárbara Medea con los que huyó tras vengarse de su soberbia rival, la hija del gran Creonte, cuando la nueva novia se colocó el manto, regalo empapado en peste ardiente? Pero si no existe hierba o raíz de inhóspitos lugares que se me escape. Duerme él en su lecho impregnado de mis contrincantes por el olvido. ¡Ay, ay, anda suelto, liberado por el hechizo de una hechicera más sabia! ¡Varo, que te juro te haré llorar mucho, no con pociones comunes volverás a mí ni fórmulas marsas te harán entrar en razón! ¡Prepararé algo mayor, para tus desdenes una poción mayor, y el cielo se colocará por debajo del mar y el mar sobre la extendida tierra antes de que no ardas por mi amor como el betún de negras llamas!”
El pequeño, ya no como antes tratando de ablandar a las impías con dulces palabras, sino dudando si romper el silencio, lanza imprecaciones tisteas:
“Los venenos pueden alterar lo bueno y lo malo, pero no pueden alterar los designios humanos. Yo las maldigo, y esta maldición no podrá ser expiada con víctima alguna. Es más, cuando haya muerto obligado a perecer, volveré como un Furor nocturno y buscaré como una sombra sus rostros con curvas uñas, porque esto es propio de los dioses Manes. Y sentado sobre sus inquietos corazones, llevaré el pavor a sus sueños. La turba de barrio en barrio y por todas partes las golpeará lanzándoles piedras a ustedes, viejas obscenas, y los lobos y las águilas dispersarán sus miembros después de desenterrarlos, para que mis padres, pobrecitos -que me sobrevivirán-, no se pierdan este espectáculo.”
En el epodo V, Horacio describe una escena donde cuatro brujas preparan el rito para sacrificar a un niño a fines de hacerlo morir lentamente y poder así elaborar un filtro de amor con su hígado y su médula. El poema comienza con el monólogo del niño que pide clemencia, recurso patético que gana adhesiones inmediatamente en contra de las brujas. En época romana, este recurso era doblemente eficaz porque además de tratarse de un niño de corta edad, se trataba de un niño libre según se ve en la descripción del atuendo del mismo. El discurso del niño también cierra el poema, no ya suplicando sino maldiciendo a las brujas y ofreciendo su propio cuerpo, que está condenado a morir, como víctima sacrificial para afectar a posteriori a las brujas. Por último, el niño menciona a sus padres que lo sobrevivirán y rompiendo el orden natural de sucesión vida y muerte e imagina la venganza de estos; lo cual en boca del pequeño a punto de morir es un final efectista del cual no hay ningún tipo de salida a favor de las brujas. De acuerdo con el rito y los propósitos de las brujas, el niño debe morir de hambre deseando intensamente el alimento, puesto que de morir de esta forma, esas propiedades serán transferidas al filtro que quieren preparar para Varo, objeto de deseo de la bruja mayor en cuestión, llamada Canidia. Como se deja ver, Canidia ya ha preparado otras ungüentos mágicos para que Varo vuelva con ella, pero estos no han surtido efecto con lo cual, se ve obligada a preparar algo más eficaz, más fuerte. El objetivo de los filtros es que el amante afectado por el mismo sufra dominación, sumisión. El deseo intenso es una patología que afecta el cuerpo y el alma. Según Winkler, enamorarse es muchas veces enfermarse. El niño es simplemente un objeto y es tratado como tal, no inspira ningún tipo de sentimiento en las brujas que lo piensan como los demás componentes somáticos de su hechizo. En la maldición del niño se ve claramente como funcionan, según Horacio, las deferencias entre la religión y la magia: venena mágnum fas nefasque, non valent/ convertere humana vicem. Los venenos valen lo suficiente para cambiar ciertas situaciones pero no pueden cambiar lo que está bien y lo que está mal, en términos de que permiten los dioses, ni el destino de los seres humanos. La magia se sirve de los dioses para fines non sanctos pero eso tiene un precio que las brujas- según Horacio por boca del niño- pagarán. Canidia es vista como una madrastra, noverca, relacionada con la bruja y madre asesina por antonomasia, Medea, la cual es mencionada en el poema aludiendo asi al grupo de las mujeres impías que matan a sus hijos.
Se infiera que la relación amorosa con Varo es una relación descarnada donde Canidia quiere someterlo y hacerlo sufrir más que amarlo según nuestra concepción moderna del amor. El amor en la antigüedad tiene que ver con las pasiones más oscuras y no con lo que nosotros denominamos amor en la actualidad. La cama o el tejado durante la noche son los escenarios predilectos de los filtros de amor. En los filtros de amor se incorpora el tema del deseo y la autonomía femenina en vez de suprimirlos pero lo hacen dentro de los modelos masculinos y familiares de competencia donde cualquier deseo es una irrupción peligrosa de la propia autonomía y en particular el deseo femenino que debe ser controlado por los hombres. Esto supone, como afirman muchos autores, que no hay que seguir ignorando las instituciones del terror que han circunscrito la experiencia de las mujeres durante siglos, de los cuales la magia es sólo una práctica desde algún punto de vista contracultural y el único espacio discursivo posible para la mujer en la antigüedad. En ese orden de cosas, la tendencia moderna de investigación, sobre todo la de los estudios culturales, cree ver en la magia el recurso de los miserables y oprimidos por una sociedad injusta. Finalicemos tan sólo por volver a pensar lo que Michelet afirma : “La hechicera es la hija de la Miseria. Ella es la esposa de los revoltosos. Ella es el fruto de la revuelta maldecido por la Iglesia y el Poder.” Ella es sin duda una de las expresiones más constantes de la desesperación humana.

viernes, 8 de junio de 2012

Rita Ann Higgins


Rita Ann Higgins nació en 1955 en Galway, Irlanda, donde aún reside. Publicó sus cinco primeras colecciones con la editorial Salmon y las tres siguientes se editaron con Bloodaxe Books, entre las que se encuentraThrow in the Vowels, una antología que incluye poemas inéditos, publicada en mayo del 2005 justo el mismo el día de su cumpleaños número 50. Entre sus obras de teatro se encuentranFace Licker Come Home (1991),God the Hatch Man(1992),Colie Lally Doesnt Live in a Bucket (1993) yDown All the Roundabouts (1999). Editó Out the Clara Road: The Offaly Anthology, y Word and Image: a collection of poems from Sunderland Women's Centre and Washington Bridge Centre. También edito 'FIZZ' Poetry of resistance and challenge, una antología de gente joven. Fue poeta residente de Galway en 1987, escritora residente de la Universidad de Irlanda en 1994-95. En 2000 fue nombrada Green Honors Professor en Texas Christian University. Entre sus muchos premios están Peadar O'Donnell Award (1989) y varias becas del Arts Council
bursaries.
Es miembros de Aosdána. Estas traducciones se encuentran publicadas en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo la Luna.





La viosionaria


La mujer en la tienda de caramelos
se está convirtiendo en su madre.
Tan sólo la semana pasada
era joven
cuando charlar de bodas
y empapelados y heladeras nuevas
y un pequeño departamento en la ciudad era la toda charla .

Luego sólo Dios sabe porqué
él tomó un colectivo que nunca se detuvo
y ella fue abandonada
con la vergüenza de empapelado
de no tener ningún fruto en su vientre
al cual pudiera quizás comprarle
soquetes blancos.

El cansancio de su madre
creció en ella
su manera de ser
su gracias a Dios.

Cuando hace cuentas
usa las gafas de su madre.
Bromea al respecto
"cuál es la diferencia
acaso no tenemos yo y mamá
la misma vista de todas formas
no somos las dos largas de vista











No fue culpa del padre

Su padre
lo golpeó
con un bat de baseball
y él no quedó bien
desde entonces.

Algunos dicen
que nunca estuvo bien
de todos modos.

De pie
detrás de la mesa de la cocina un domingo antes de misa su madre dijo,

Si Birdie Geary no hubiera traído ese bat de baseball maldito desde Estados Unidos,

nada de esto hubiera pasado.”








sábado, 26 de mayo de 2012

Moya Cannon


Moya Cannon nació en Dunfanaghy, Country Donegal, en 1956 y vive en Galway. Estudio Historia y Política en University College Dublin and International Relations at Corpus Christi College, Cambridge. Publicó Oar (Salmon Press 1990), The Parchment Boat ( The Gallery Press 1997), Carrying the Songs (Carcanet 2007). Fue editora de Poetry Ireland Review. Oar ganó el Brendan Behan Memorial Prize. Ganó también el Lawrence O’Shaughnessy Award for Poetry. Estos textos fueron publicados en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas, Editorial Bajo la Luna.





El tren

El terraplén del ferrocarril a nuestra izquierda
conduce una línea verde a través del pedregal y la brecina grisácea.
Un pista fantasma transporta un tren fantasma
al oeste desde Letterkenny a Burtonport.
En uno de los asientos de tablillas de madera se sienta
una muchacha seria de catorce años, viene de Tyrone
fino, lacio pelo rojo.
El tren jadea y lanza un sonido metálico sobre nuestras cabezas
a través de las torres de alta tensión hechas de piedra
que flanquean la parte más estrecha del camino.

Ella está viajando para estudiar en Ranafast
en mil nueve veintinueve.
El tren de vapor de trocha angosta camina tan lento
que puede alcanzar
y arrancar las hojas de los pocos árboles del costado.
Su amiga sostiene su sombrero fuera de la ventanilla
y lo hace girar y girar, con la mente en blanco,
hasta que rueda y aterriza entre el pedregal.

Mi madre no sabe que esa línea del ferrocarril fue construida
por varones que creían que el tren había sido predicho
en las profecías de Colmcille1
como un cerdo negro resoplando a través del vacío.
No pude profetizar, por eso no sabe
que su padre morirá en tres años,
o que conocerá a su esposo
y pasará su vida adulta
al oeste de estas redondas colinas de granito,

o que, en setenta y cinco años,
una de sus hijas la llevará en coche
bajo ese puente que ya no existe
fuera de Donegal
por última vez.
Todo lo que sabe es que está yendo a Ranafast
y que el tren va muy lento.










Naturaleza Muerta


Por mucho que amemos al máximo
esas raras intersecciones de tiempo y espacio
donde somos nada excepto juguetes del amor
atrapados, como dos ciervos sorprendidos en un claro,
nada excepto dulce anonimato de la carne,
nada excepto ritmo bendito de la vida
que se ama a si mismo a través de nosotros-
dos cuerpos humanos afinados con las estrellas que giran-


todo esto es casi nada
sin los pequeños obsequios cotidianos
que construyen un puente entre lo que está separado,
las pequeñas caricias habituales que cesan el miedo,
la gracia de pequeñas ayudas prestadas –
dos cuencos con arándanos y yogur,
dos tazas de café,
dos cucharas,
en una mesa de madera
bajo el sol del octubre.





1 Saint Columba vivió entre el 7 de Diciembre de 521 y el 9 Junio de 597. A veces también llamado Columba de Iona, o Colm Cille, o Columcille (que significa "Paloma de la iglesia”). Fue una figura muy destacada de las misiones gaélicas. Nació cerca de Lough Gartan, County Donegal, su familia remonta a la prosapia más prestiogosa de los clanes irlandeses.



martes, 22 de mayo de 2012

Kerry Hardie


Kerry Hardie nació en 1951 y vive en el condado de Kilkenny. Publicó 4 libros de poemas con Gallery Press. Su última publicación lleva por nombre The Silence Came Close (2006). Escribió dos novelas: Hannie Bennet’s Winter Marriage (2000) y The bird woman (2006) por Harper Collins. Ha obtenido premios y su trabajo está incluido en antologías de diferentes países. Este poema fue publicado en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo La Luna.




Canción
 
Aquí llega Invierno, grita su poder y su gloria,
se burla de la carne, elige huesos para su ramo de bodas.


Huesos, y el viejo sonido de campana de ciervo, Hambre,
deambulan por las colinas. Invierno
 
que mengua la luz y espesa la oscuridad
y detiene el sonido del agua que corre. Invierno
 
roto únicamente y una y otra vez
por la mancha oscura, Semilla, hospedada en su corazón.

domingo, 20 de mayo de 2012

Achill Killeen de Eva Bourke


Eva Bourke es poeta y traductora. Emigró a Irlanda desde Alemania, y ha vivido en Galway la mayor parte de su vida. Publicó 5 libros de poesía, los más recientes Travels with Gandolpho (Dedalus Press 2000) y The Latitude of Naples (Dedalus Press 2005). Tradujo dos antologias de poetas irlandeses al aleman, Hundsrose, y Mit Gruener Tinte/With green Ink. Es miembro de William Joiner Centre for the Study of War and Social Consequences de la Universidad de Massachusetts donde dio clases por 10 años. Y es miembro de Aosdana, la Academia Irlandesa de Artistas. Este poema está publicado en Irlandesas, 14 poetas Contemporáneas, Ed. Bajo La Luna





Achill Killeen1

1
Temprano en la mañana.
Las casitas de vacaciones
del otro lado de la bahía están cansadas
de remar toda la noche a través de las olas
y dejan sus remos de lado.


Lejos entre dos rocas el sol abre
una puerta azul y hace pasar lentamente
a un barco pesquero y su tripulación
al resplandeciente ascenso del día.



2
Una mariposa monarca me conduce
donde el oleaje se desenreda
sobre la arena toda.
Es el retazo del mapa perdido
de la isla que el viento transporta de aquí para allá
con alas marrones
y delicados contornos negros.






3
De pie en un campo por encima del mar, esparcidos pedazos
de cuarzo blanco
cada uno marcando la tumba de un niño.

Las piedras son lámparas brillantes
tomadas de la tierra puestas
sobre un altar improvisado:

los antiguos dioses descendieron
desde las montañas
para velar el campo en piedad y silencio.




4
Los niños se deslizaron fuera del alcance
dentro de la tierra tan rápido que
sus nombres no fueron escritos sobre piedra.

Pero los jóvenes padres arrodillados
en la ladera los tenían en el corazón-
dolor se llamaban, pérdida y angustia.



5
Durante todo el día un viento suave rastrilla el pasto
y las nubes apresuran su carga
de pájaros hacia el este.
Durante todo el día mis pies van
de aquí para allá- durante todo el día mi corazón
desea quedarse quieto.

1 De acuerdo a la poeta, con este nombre irlandés se conoce a las tumbas improvisadas donde se entierran a los niños que al morir muy pequeños no pudieron ser bautizados, y por ende no tienen derecho a ser enterrados en las tumbas irlandesas que son católicas.

jueves, 17 de mayo de 2012

Dos Mujeres en Kosovo by Enda Wyley




Enda Wyley nació en Dublín, en 1966. Publicó tres libros de poemas con la editorial
Dedalus Press: Eating Baby Jesus (1994), Socrates in the Garden (1998)
and Poems for Breakfast (2004). Sus poemas fueron incluidos en Field Day Anthology of Irish Writing, Irish Women’s Writing and Tradition, vols 4 & 5.REcibió la beca del Irish Arts Council Bursary for Literature en 1997, 2001
y 2005. También escribe cuentos infantiles y novelas para niños (Boo and Bear , O’Brien Press ,2003 ; Timothy Finn and the Mysterious Notebook, 2007).









Dos mujeres en Kosovo
‘Voy a saltar,’ susurra su hermana,
y le extiende la mano.
Y así saltan juntas- con tanta naturalidad
que podrían ser nenas de nuevo
que barrenan olas en sus vacaciones, saltan
ríos camino al colegio
se tironean la una a la otra al cruzar la calle
hacia cosas de adultos.
Al costado del camión
sobre el polvo y los matorrales que ruedan saltan,
té y pan acaban de comer con las otras
un golpe en sus estómagos cuando caen.
Las manos tomadas fuerte, saltan
dos mujeres en Kosovo, dejan atrás a
sus hijos, su madre, sus maridos
fusilados por soldados
en un café de la ruta minutos atrás
y ahora una montaña de pena
llevada hacia una fosa común
un lugar que estas hermanas nunca volverán a encontrar.

Una mira atrás por un segundo,
siente toda su vida apilada fea allí,
siente que fue hermosa alguna vez
el abrazo de su hombre alcanzándola
en el medio de la noche
el dolor amargo cuando su hijo de cuatro años
la dejó para ir a su primer día de escuela
su madre llamándola
una noche fría de invierno.
La suerte elige dónde nacemos
nos traviesa la vida
resulta ilesa por la violencia.
La suerte es esta mujer valiente ahora
desafía a los brutales guardias,
se erige viva
de su supuesta muerte
y el horror de los cuerpos, las personas que amó
una sobreviviente asustada que tira de
su asustada hermana,
una hermana que susurra, “¡Saltá!”



del libro Irlandesas, 14 poetas contemporáneas, Ed. Bajo La Luna, compilación, traducción e introducción a mi cargo. 2011.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Aifric Mac Aodha Narciso

Aifric Mac Aodha. Sus poemas han sido publicados en varias revistas especialiadas, como Poetry Ireland, Innti y Bliainiris. Ha obtenido premios por sus poemas y recientemente una beca del Irish Arts Council.

Publicado en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo la Luna 2011.

Nairciseas Ar an mbus dom,
Mé leath im' chodladh,
Ghread géaga an Gheimhridh
De liathgheit in éadan
Na fuinneoga taobh liom.
 
Ach aismseoidh mé
Bóthar ciúin go fóill,
Áit nach mbéarfaidh
Na crannchrúba caola
A ngreím géar orm.
 
Seasfaidh mé le Nairciseas
Sa log ina bhfasann
An tsaileach fhalsa,
Ar an mbruach sábháilte,
Mé faoi choimirce na mbláthanna.
 
'S fad is a dhéanann an abhainn
Gabháil gan ghrá
Le croíthe dochta na gcloch,
Bainfidh mise lán mo shúl
As mo scáil féin sa sruth.
 
Ó aimseoidh mé
bóthar ciúin go fóill
Mar nach ann do rud ar bith
Lasmuigh díomsa
A scanróidh as an suan seo
Arís mé


Narcissus

Summer 1998
To M


On a bus once,
as I half-slept,
sudden winter branches
whipped against the pane.
Grey wakeners.
 
Still I will discover
a quiet path,
a place where tree limbs
cannot clench me.
 
 
I will stand beside Narcissus,
in a hollow of
indolent willows,
on a safe bank,
where flowers will conceal me.
 
And as long as the water engages
in a loveless embrace
with stones held rigid,
I will stare
at my own reflection in the river.
 
Oh I will discover a quiet road yet,
for from now on there will be nothing,
nothing outside myself
to unsettle me.


Narciso
Verano 1998
A M

En un colectivo una vez,
medio dormida,
bruscas ramas invernales
azotaron mi ventanilla.
Grises despertadores.
 
Sin embargo, alcanzaré a descubrir
un sendero calmo,
un lugar donde las ramas
no puedan estrujarme.
 
Permaneceré junto a Narciso,
en los huecos
de indolentes sauces,
protegida, a la vera
donde las flores me guarden.

Y mientras el agua se estrecha
en un abrazo desapasionado
con rígidas piedras,
contemplaré
mi propio reflejo en el río.
 
Oh aún llegaré a descubrir un camino silencioso
y de ahora en adelante no habrá nada,
nada fuera de mi misma
que me perturbe.