sábado, 26 de mayo de 2012
Moya Cannon
Moya
Cannon nació en Dunfanaghy, Country Donegal,
en 1956 y vive en Galway. Estudio Historia
y Política en University College Dublin and International Relations
at Corpus Christi College, Cambridge. Publicó Oar
(Salmon Press 1990), The Parchment Boat
( The Gallery Press 1997), Carrying the Songs (Carcanet 2007). Fue
editora de Poetry Ireland Review. Oar ganó el Brendan Behan Memorial
Prize. Ganó también el Lawrence O’Shaughnessy Award for Poetry. Estos textos fueron publicados en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas, Editorial Bajo la Luna.
El tren
El terraplén del
ferrocarril a nuestra izquierda
conduce una línea verde a
través del pedregal y la brecina grisácea.
Un pista fantasma
transporta un tren fantasma
al oeste desde Letterkenny
a Burtonport.
En uno de los asientos de
tablillas de madera se sienta
una
muchacha seria de catorce años, viene de Tyrone
fino, lacio pelo
rojo.
El tren jadea y lanza un
sonido metálico sobre nuestras cabezas
a
través de las torres de alta tensión hechas de piedra
que flanquean la parte más
estrecha del camino.
Ella está viajando para
estudiar en Ranafast
en mil nueve veintinueve.
El tren de vapor de
trocha angosta camina tan lento
que puede alcanzar
y arrancar las hojas
de los pocos árboles del costado.
Su amiga sostiene su
sombrero fuera de la ventanilla
y lo hace girar y
girar, con la mente en blanco,
hasta que rueda y aterriza
entre el pedregal.
Mi madre no sabe que esa
línea del ferrocarril fue construida
por varones que creían
que el tren había sido predicho
en las profecías de
Colmcille1
como un cerdo negro
resoplando a través del vacío.
No pude profetizar, por
eso no sabe
que su padre morirá en
tres años,
o que conocerá a su
esposo
y pasará su vida adulta
al oeste de estas redondas
colinas de granito,
o que, en setenta y cinco
años,
una de sus hijas la
llevará en coche
bajo ese puente que ya no
existe
fuera de Donegal
por última vez.
Todo lo que sabe es que
está yendo a Ranafast
y que el tren va muy
lento.
Naturaleza Muerta
Por mucho que amemos al
máximo
esas raras intersecciones
de tiempo y espacio
donde somos nada excepto
juguetes del amor
atrapados, como dos
ciervos sorprendidos en un claro,
nada excepto dulce
anonimato de la carne,
nada excepto ritmo
bendito de la vida
que se ama
a si mismo a través de nosotros-
dos cuerpos humanos
afinados con las estrellas que giran-
todo esto es casi nada
sin los pequeños
obsequios cotidianos
que construyen un puente
entre lo que está separado,
las pequeñas
caricias habituales que cesan el miedo,
la gracia de pequeñas
ayudas prestadas –
dos cuencos con arándanos
y yogur,
dos tazas de café,
dos cucharas,
en una mesa de madera
bajo el sol del octubre.
1
Saint Columba vivió entre
el 7 de Diciembre de 521 y el 9 Junio de 597. A veces también
llamado Columba de Iona, o
Colm Cille, o
Columcille (que significa
"Paloma de la iglesia”). Fue una figura muy destacada de las
misiones gaélicas. Nació cerca de Lough Gartan, County
Donegal, su familia
remonta a la prosapia más prestiogosa de los clanes irlandeses.
martes, 22 de mayo de 2012
Kerry Hardie
Kerry Hardie nació en 1951
y vive en el condado de Kilkenny. Publicó 4 libros de poemas con
Gallery Press. Su última publicación lleva por nombre The Silence
Came Close (2006). Escribió
dos novelas: Hannie Bennet’s Winter Marriage (2000) y The bird
woman (2006) por Harper Collins. Ha
obtenido premios y su trabajo está incluido en antologías de
diferentes países. Este poema fue publicado en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo La Luna.
Canción
Aquí llega Invierno, grita su poder y su
gloria,
se burla de la carne, elige huesos para su ramo
de bodas.
Huesos, y el viejo sonido de campana de ciervo,
Hambre,
deambulan por las colinas. Invierno
que mengua la luz y espesa la oscuridad
y detiene el sonido del agua que corre.
Invierno
roto únicamente y una y otra vez
por la mancha oscura, Semilla, hospedada en su
corazón.
domingo, 20 de mayo de 2012
Achill Killeen de Eva Bourke
Eva Bourke es poeta y traductora.
Emigró a Irlanda desde Alemania, y ha vivido en Galway la mayor
parte de su vida. Publicó 5 libros de poesía, los más recientes
Travels with Gandolpho (Dedalus Press 2000) y The
Latitude of Naples (Dedalus Press 2005). Tradujo dos antologias
de poetas irlandeses al aleman, Hundsrose, y Mit Gruener
Tinte/With green Ink. Es miembro de William Joiner Centre for the
Study of War and Social Consequences de la Universidad de
Massachusetts donde dio clases por 10 años. Y es miembro de Aosdana,
la Academia Irlandesa de Artistas. Este poema está publicado en Irlandesas, 14 poetas Contemporáneas, Ed. Bajo La Luna
Achill Killeen1
1
Temprano en la mañana.
Las casitas de vacaciones
del otro lado de la bahía están
cansadas
de remar toda la noche a través de las
olas
y dejan sus remos de lado.
Lejos entre dos rocas el sol abre
una puerta azul y hace pasar lentamente
a un barco pesquero y su tripulación
al resplandeciente ascenso del día.
2
Una mariposa monarca me conduce
donde el oleaje se desenreda
sobre la arena toda.
Es el retazo del mapa perdido
de la isla que el viento transporta de
aquí para allá
con alas marrones
y delicados contornos negros.
3
De pie en un campo por encima del mar,
esparcidos pedazos
de cuarzo blanco
cada uno marcando la tumba de un niño.
Las piedras son lámparas brillantes
tomadas de la tierra puestas
sobre un altar improvisado:
los antiguos dioses descendieron
desde las montañas
para velar el campo en piedad y
silencio.
4
Los niños se deslizaron fuera del
alcance
dentro de la tierra tan rápido que
sus nombres no fueron escritos sobre
piedra.
Pero los jóvenes padres arrodillados
en la ladera los tenían en el corazón-
dolor se llamaban, pérdida
y angustia.
5
Durante todo el día un viento suave
rastrilla el pasto
y las nubes apresuran su carga
de pájaros hacia el este.
Durante todo el día mis pies van
de aquí para allá- durante todo el
día mi corazón
desea quedarse quieto.
1
De acuerdo a la poeta, con este nombre irlandés se conoce a las
tumbas improvisadas donde se entierran a los niños que al morir
muy pequeños no pudieron ser bautizados, y por ende no tienen
derecho a ser enterrados en las tumbas irlandesas que son católicas.
jueves, 17 de mayo de 2012
Dos Mujeres en Kosovo by Enda Wyley
Enda Wyley nació en Dublín, en 1966.
Publicó tres libros de poemas con la editorial
Dedalus Press: Eating Baby Jesus (1994), Socrates in the Garden (1998)
and Poems for Breakfast (2004). Sus poemas fueron incluidos en Field Day Anthology of Irish Writing, Irish Women’s Writing and Tradition, vols 4 & 5.REcibió la beca del Irish Arts Council Bursary for Literature en 1997, 2001
y 2005. También escribe cuentos infantiles y novelas para niños (Boo and Bear , O’Brien Press ,2003 ; Timothy Finn and the Mysterious Notebook, 2007).
Dedalus Press: Eating Baby Jesus (1994), Socrates in the Garden (1998)
and Poems for Breakfast (2004). Sus poemas fueron incluidos en Field Day Anthology of Irish Writing, Irish Women’s Writing and Tradition, vols 4 & 5.REcibió la beca del Irish Arts Council Bursary for Literature en 1997, 2001
y 2005. También escribe cuentos infantiles y novelas para niños (Boo and Bear , O’Brien Press ,2003 ; Timothy Finn and the Mysterious Notebook, 2007).
Dos mujeres en Kosovo
‘Voy a saltar,’ susurra su hermana,
y le extiende la mano.
Y así saltan juntas- con tanta naturalidad
que podrían ser nenas de nuevo
que barrenan olas en sus vacaciones, saltan
que barrenan olas en sus vacaciones, saltan
ríos camino al colegio
se tironean la una a la otra al cruzar
la calle
hacia cosas de adultos.
Al costado del camión
Al costado del camión
sobre el polvo y los matorrales que
ruedan saltan,
té y pan acaban de comer con las otras
té y pan acaban de comer con las otras
un golpe en sus estómagos cuando caen.
Las manos tomadas fuerte, saltan
dos mujeres en Kosovo, dejan atrás a
sus hijos, su madre, sus maridos
fusilados por soldados
sus hijos, su madre, sus maridos
fusilados por soldados
en un café de la ruta minutos atrás
y ahora una montaña de pena
y ahora una montaña de pena
llevada hacia una fosa común
un lugar que estas hermanas nunca
volverán a encontrar.
Una mira atrás por un segundo,
siente toda su vida apilada fea
allí,
siente que fue hermosa alguna vez
siente que fue hermosa alguna vez
el abrazo de su hombre alcanzándola
en el medio de la noche
el dolor amargo cuando su hijo de
cuatro años
la dejó para ir a su primer día de
escuela
su madre llamándola
una noche fría de invierno.
La suerte elige dónde nacemos
nos traviesa la vida
resulta ilesa por la violencia.
La suerte es esta mujer valiente ahora
resulta ilesa por la violencia.
La suerte es esta mujer valiente ahora
desafía a los brutales guardias,
se erige viva
de su supuesta muerte
y el horror de los cuerpos, las
personas que amó
una sobreviviente asustada que tira de
su asustada hermana,
una hermana que susurra, “¡Saltá!”
del libro Irlandesas, 14 poetas contemporáneas, Ed. Bajo La Luna, compilación, traducción e introducción a mi cargo. 2011.
jueves, 22 de diciembre de 2011
Aifric Mac Aodha Narciso
Aifric Mac Aodha. Sus poemas han sido publicados en varias revistas especialiadas, como Poetry Ireland, Innti y Bliainiris. Ha obtenido premios por sus poemas y recientemente una beca del Irish Arts Council.
Publicado en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo la Luna 2011.
Nairciseas Ar an mbus dom,
Mé leath im' chodladh,
Ghread géaga an Gheimhridh
De liathgheit in éadan
Na fuinneoga taobh liom.
Ach aismseoidh mé
Bóthar ciúin go fóill,
Áit nach mbéarfaidh
Na crannchrúba caola
A ngreím géar orm.
Seasfaidh mé le Nairciseas
Sa log ina bhfasann
An tsaileach fhalsa,
Ar an mbruach sábháilte,
Mé faoi choimirce na mbláthanna.
'S fad is a dhéanann an abhainn
Gabháil gan ghrá
Le croíthe dochta na gcloch,
Bainfidh mise lán mo shúl
As mo scáil féin sa sruth.
Ó aimseoidh mé
bóthar ciúin go fóill
Mar nach ann do rud ar bith
Lasmuigh díomsa
A scanróidh as an suan seo
Arís mé
Narcissus
Summer 1998
To M
On a bus once,
as I half-slept,
sudden winter branches
whipped against the pane.
Grey wakeners.
Still I will discover
a quiet path,
a place where tree limbs
cannot clench me.
I will stand beside Narcissus,
in a hollow of
indolent willows,
on a safe bank,
where flowers will conceal me.
And as long as the water engages
in a loveless embrace
with stones held rigid,
I will stare
at my own reflection in the river.
Oh I will discover a quiet road yet,
for from now on there will be nothing,
nothing outside myself
to unsettle me.
Narciso
Verano 1998
A M
En un colectivo una vez,
medio dormida,
bruscas ramas invernales
azotaron mi ventanilla.
Grises despertadores.
Sin embargo, alcanzaré a descubrir
un sendero calmo,
un lugar donde las ramas
no puedan estrujarme.
Permaneceré junto a Narciso,
en los huecos
de indolentes sauces,
protegida, a la vera
donde las flores me guarden.
Y mientras el agua se estrecha
en un abrazo desapasionado
con rígidas piedras,
contemplaré
mi propio reflejo en el río.
Oh aún llegaré a descubrir un camino silencioso
y de ahora en adelante no habrá nada,
nada fuera de mi misma
que me perturbe.
Publicado en Irlandesas, 14 poetas contemporáneas. Editorial Bajo la Luna 2011.
Nairciseas Ar an mbus dom,
Mé leath im' chodladh,
Ghread géaga an Gheimhridh
De liathgheit in éadan
Na fuinneoga taobh liom.
Ach aismseoidh mé
Bóthar ciúin go fóill,
Áit nach mbéarfaidh
Na crannchrúba caola
A ngreím géar orm.
Seasfaidh mé le Nairciseas
Sa log ina bhfasann
An tsaileach fhalsa,
Ar an mbruach sábháilte,
Mé faoi choimirce na mbláthanna.
'S fad is a dhéanann an abhainn
Gabháil gan ghrá
Le croíthe dochta na gcloch,
Bainfidh mise lán mo shúl
As mo scáil féin sa sruth.
Ó aimseoidh mé
bóthar ciúin go fóill
Mar nach ann do rud ar bith
Lasmuigh díomsa
A scanróidh as an suan seo
Arís mé
Narcissus
Summer 1998
To M
On a bus once,
as I half-slept,
sudden winter branches
whipped against the pane.
Grey wakeners.
Still I will discover
a quiet path,
a place where tree limbs
cannot clench me.
I will stand beside Narcissus,
in a hollow of
indolent willows,
on a safe bank,
where flowers will conceal me.
And as long as the water engages
in a loveless embrace
with stones held rigid,
I will stare
at my own reflection in the river.
Oh I will discover a quiet road yet,
for from now on there will be nothing,
nothing outside myself
to unsettle me.
Narciso
Verano 1998
A M
En un colectivo una vez,
medio dormida,
bruscas ramas invernales
azotaron mi ventanilla.
Grises despertadores.
Sin embargo, alcanzaré a descubrir
un sendero calmo,
un lugar donde las ramas
no puedan estrujarme.
Permaneceré junto a Narciso,
en los huecos
de indolentes sauces,
protegida, a la vera
donde las flores me guarden.
Y mientras el agua se estrecha
en un abrazo desapasionado
con rígidas piedras,
contemplaré
mi propio reflejo en el río.
Oh aún llegaré a descubrir un camino silencioso
y de ahora en adelante no habrá nada,
nada fuera de mi misma
que me perturbe.
sábado, 13 de marzo de 2010
Propercio
Carta de Arethusa a Lycotas
Arethusa envía estas recomendaciones a su Lycotas, si puedes ser mío, puesto que tantas veces estas ausente. Sin embargo si alguna parte te falta manchada para leerla, esta será un borrón hecho de mis lagrimas: o si laguna letra te engaña con incierto trazo, serán indicios de una diestra que esta a punto de morir.
Hace poco Bactra te vio a través de reiterados Orientes, hace poco te (vio) el enemigo Serico de pertrechado caballo, y los invernales Getas y Britanos de pintado carro, y el Indo golpeado en si color por el agua Eoa.
¿Acaso entonces esta es la lealtad conyugal y las noches a mi pactadas cuando pura di mis brazos vencidos al que me apremiaba? La antorcha que auguro el futuro tras ser conducida, aquella arrancó una negra luz de extinguida pira; y fue salpicada por la laguna Estigia, una cinta incorrecta fue dada a mis cabellos: me case sin que un dios acompañara el rito.
¡Ay! Mis exvotos penden dañinos de todas las puertas: este cuarto capote es tejido para tus campañas.
Que muera quien corto una empalizada de inocente árbol y fabrico quejumbrosas trompetas a través de roncos huesos. Mas merecidos que el inclinado Ocno que trenza una soga y eternamente sacie, burrito, el hambre!
Dime entonces acaso la coraza Lorica quema tus brazos ¿ Entonces acaso la pesada lanza consume tus manos no guerrearas? ¡Esto te dañe menos que alguna muchacha con los dientes, deje por tu cuello marcas para que yo las llore! Y dicen que tu rostro esta debilitado a causa de la flacura: pero deseo que ese color sea a causa del deseo por mí.
En cambio, cuando la tarde ha extendido amargas noches, beso tus armas, si alguna yace abandonada; entonces me lamento que las mantas no se extiendan en todo el lecho, y que las aves promotoras de la luz no den su canto.
En las noches invernales preparo hiladas de soldados y vellones Tyrios cortados para tus túnicas; aprendo por que parte el Araxes que debe ser vencido fluye, cuanto corre sin agua el caballo parto, me veo obligada a aprender los mundos dibujados en el mapa, cual es esta posición de un dios sabio, que tierra es decorada por el hielo, cual es desintegrada a causa del color, que vientos trae bien desde Italia.
Solo mi hermana se sienta y la pálida nodriza a causa de la preocupación jura en falso que las demoras son propias del tiempo invernal. ¡Feliz Hipolita! Soportó las armas con el pecho desnudo y el casco bárbaro cubrió su delicada cabeza. ¡Ojalá se hubieran abiertos los campamentos a las muchachas romanas! ¡Ojalá fuera alforja fiel de tu milicia! Las cumbres Sythias no me demorarían cuando el Padre cambie las aguas a hielo con un frío gélido.
Todo amor es grande pero más grande es en presencia del marido. ¿Entonces para que ahora la púrpura de ostra fenicia brillaría para mi? ¿Para que el límpido cristal adornaría mis manos?
Todas las cosas callan sordas, y una sola amiga abre a veces acostumbrada a principio de mes los Lares cerrados, la voz de la perrita Ladrido me es grata: solo ella reclama la parte de tu lecho. Cubro los altarcitos con flores, tapo las encrucijadas con ramos sagrados y la hierba sabina chisporrotea frente a los antiguos fuegos ya si la lechuza posada en una viga cercana emana un gemido, ya se la tenue lampara quiso ser tocada con el vino, aquel día presagio la muerte violenta del cordero del año los victimarios amenazados están activos frente a las nuevas ganancias. ¡Ruego que la gloria no sea tanta la causa del ascenso de Bastar, y que las prendas de lino arrebatadas a un oloroso jefe (no sea de tanto valor) cuando los pesos de plomo de una honda trenzada son arrojados y el arco resuena traicionero con los caballos dados vuelta!
Pero así (tras domar al hijo de la tierra Parta tu lanza intacta siga a los caballos triunfales) ¡Conserva el pacto de mi lecho intacto! Yo querría que volvieras solo con esta condición: cuando haya elevado las ramas ofrendadas a la puerta Capena, escribiré “Una muchacha agradecida a causa de su hombre salvado”
Arethusa envía estas recomendaciones a su Lycotas, si puedes ser mío, puesto que tantas veces estas ausente. Sin embargo si alguna parte te falta manchada para leerla, esta será un borrón hecho de mis lagrimas: o si laguna letra te engaña con incierto trazo, serán indicios de una diestra que esta a punto de morir.
Hace poco Bactra te vio a través de reiterados Orientes, hace poco te (vio) el enemigo Serico de pertrechado caballo, y los invernales Getas y Britanos de pintado carro, y el Indo golpeado en si color por el agua Eoa.
¿Acaso entonces esta es la lealtad conyugal y las noches a mi pactadas cuando pura di mis brazos vencidos al que me apremiaba? La antorcha que auguro el futuro tras ser conducida, aquella arrancó una negra luz de extinguida pira; y fue salpicada por la laguna Estigia, una cinta incorrecta fue dada a mis cabellos: me case sin que un dios acompañara el rito.
¡Ay! Mis exvotos penden dañinos de todas las puertas: este cuarto capote es tejido para tus campañas.
Que muera quien corto una empalizada de inocente árbol y fabrico quejumbrosas trompetas a través de roncos huesos. Mas merecidos que el inclinado Ocno que trenza una soga y eternamente sacie, burrito, el hambre!
Dime entonces acaso la coraza Lorica quema tus brazos ¿ Entonces acaso la pesada lanza consume tus manos no guerrearas? ¡Esto te dañe menos que alguna muchacha con los dientes, deje por tu cuello marcas para que yo las llore! Y dicen que tu rostro esta debilitado a causa de la flacura: pero deseo que ese color sea a causa del deseo por mí.
En cambio, cuando la tarde ha extendido amargas noches, beso tus armas, si alguna yace abandonada; entonces me lamento que las mantas no se extiendan en todo el lecho, y que las aves promotoras de la luz no den su canto.
En las noches invernales preparo hiladas de soldados y vellones Tyrios cortados para tus túnicas; aprendo por que parte el Araxes que debe ser vencido fluye, cuanto corre sin agua el caballo parto, me veo obligada a aprender los mundos dibujados en el mapa, cual es esta posición de un dios sabio, que tierra es decorada por el hielo, cual es desintegrada a causa del color, que vientos trae bien desde Italia.
Solo mi hermana se sienta y la pálida nodriza a causa de la preocupación jura en falso que las demoras son propias del tiempo invernal. ¡Feliz Hipolita! Soportó las armas con el pecho desnudo y el casco bárbaro cubrió su delicada cabeza. ¡Ojalá se hubieran abiertos los campamentos a las muchachas romanas! ¡Ojalá fuera alforja fiel de tu milicia! Las cumbres Sythias no me demorarían cuando el Padre cambie las aguas a hielo con un frío gélido.
Todo amor es grande pero más grande es en presencia del marido. ¿Entonces para que ahora la púrpura de ostra fenicia brillaría para mi? ¿Para que el límpido cristal adornaría mis manos?
Todas las cosas callan sordas, y una sola amiga abre a veces acostumbrada a principio de mes los Lares cerrados, la voz de la perrita Ladrido me es grata: solo ella reclama la parte de tu lecho. Cubro los altarcitos con flores, tapo las encrucijadas con ramos sagrados y la hierba sabina chisporrotea frente a los antiguos fuegos ya si la lechuza posada en una viga cercana emana un gemido, ya se la tenue lampara quiso ser tocada con el vino, aquel día presagio la muerte violenta del cordero del año los victimarios amenazados están activos frente a las nuevas ganancias. ¡Ruego que la gloria no sea tanta la causa del ascenso de Bastar, y que las prendas de lino arrebatadas a un oloroso jefe (no sea de tanto valor) cuando los pesos de plomo de una honda trenzada son arrojados y el arco resuena traicionero con los caballos dados vuelta!
Pero así (tras domar al hijo de la tierra Parta tu lanza intacta siga a los caballos triunfales) ¡Conserva el pacto de mi lecho intacto! Yo querría que volvieras solo con esta condición: cuando haya elevado las ramas ofrendadas a la puerta Capena, escribiré “Una muchacha agradecida a causa de su hombre salvado”
Ovidio
Ovidio Naso. Epistulae Heroidum.
Este es el intertexto del relato del amor de Dido y Eneas en la Envida de Virgilio (Canto IV). EL primer grupo de cartas de las heroínas de Ovidio fue compuesto después del año 17 a C, tras la publicación del poeta que respondía a las órdenes de Augusto. La Heroida VII, texto patético hasta las lágrimas, se propone como una parodia del de Virgilio y propone otro modelo de virilidad, el de los poetas elegíacos.
Heroida VII.
Recibe Daradánida el poema de Elisa, la que va a morir, las últimas palabras que lees de mí estás leyendo.
Así, al llamarlo los hados, echado en las húmedas hierbas a orillas del Meandro, el albo cisne canta. Y no porque espera que vos por mi ruego puedas ser conmovido hablo: emprendimos algo, siendo un dios enemigo. Sin embargo, puesto que malamente perdí la reputación del mérito, el cuerpo y el espíritu púdico, perder las palabras el leve. No obstante, estás decidido a irte y a abandonar a la mísera Dido y los mismos vientos llevarán las velas y la confianza. Estás decidido a irte ,Enea, a soltar las naves con nuestra alianza, y a ir detrás de los reinos itálicos, los cuales ignoras donde están. Y no te conmueven ni la nueva Cartago, ni las elevadas murallas, ni la totalidad de las cosas entregadas. Huís de lo que hiciste, y perseguís lo que está por ser hecho. Otra ha de ser buscada por el orbe, otra tierra buscada por vos. Aunque encuentres esa tierra, ¿quién te la dará para que la tengas?¿ Quién dará sus campos a desconocidos para que los posean? Otro amor existe, otra Dido vas a tener, para que por segunda vez la engañes, otro compromiso será dado. ¿Cuándo será que establezcas una ciudad tan grande como Cartago y veas a tu pueblo, engrandecido, desde una ciudadela? ¿Aunque todas estas cosas ocurran y los dioses no retrasen tus juramentos, dónde habrá para vos una esposa que te ame así como lo hago yo? Me quemo como las teas embadurnadas de azufre, como píos inciensos colocados en piras funerarias extinguidas. Eneas siempre estás adherido a mis ojos vigilantes, a Eneas el día y la noche restituyen en mi alma. En efecto, él es mal agradecido y sordo a las obligaciones y de él querría yo carecer, si no fuera una necia. Sin embargo, no odio a Eneas, aunque mal reflexiona pero lamento que sea ingrato y, tras quejarme, lo amo de peor manera. Venus, contempla a tu nuera y rodea, Cupido, a tu duro hermano, que Eneas milite en tus campamentos militares. O que me dé el comienzo de mi cura, pues no lo desdeño. Soy engañada y esta imagen es construida para mí desde algo falso: aquel es diferente de su madre. A vos la piedra, los montes y los robles nacidos en altas roca, a vos las fieras salvajes te han engendrado; o el mar, como lo ves ser aun ahora agitado por los vientos. ¿A dónde, no obstante, te preparás para ir con oleajes adversos, a dónde huís? La tempestad te cierra el paso. Su servicio me ayuda. Mirá cómo el Euro levanta revueltas olas. Lo que prefiero deberte a vos, dejáme que se lo deba a las tormentas; son el viento y la ola más justos que vos. No valgo tanto como para que te mates mientras huís de mí a través de largos mares. Ejercés odios valiosos y que mucho te cuestan si, con tal de librarte de mí, el morir es poco para vos. Ya se calmarán los vientos y aplacado igualmente el oleaje Tritón se correrá por el mar con potros azules. Ojalá vos también fueras mudable como los vientos. Y lo serás, si no vencés a los robles en dureza. ¿Qué pasará si ignorás que pueden los mares insanos? ¿En el agua, detenida tan mal tantas veces todavía confiás? Aunque soltés amarras hasta cuando el mar te persuada, mucho de triste, empero, el mar dilatado tiene. Y no ayuda haber violado la confianza a quienes tienta el mar , ese lugar ejecuta el castigo a la perfidia, sobre todo cuando Amor fue herido, pues la madre de Cupido dicen que nació desnuda en las aguas citereas. Perdida temo perder o dañar al que me daña; o que, náufrago, beba el enemigo marinas aguas. Viví, te lo ruego, mejor así que en el funeral yo te pierda, que mejor se diga que vos sos la causa de mi muerte. Imaginemos que a vos- y ningún peso hay en este augurio-te atrapa una rauda ola; ¿qué pensarás? Los perjurios de tu falsa lengua te asaltarán de pronto y Dido, por engaño frigio, a morir será forzada; surgirá ante tus ojos la imagen de una esposa engañada, triste y sanguinolenta, con los cabellos revueltos. “Todo lo que sea, lo merecí, perdonáme”- dirás, y cuantos rayos caigan, creerás que te los lanzan a vos. Dá breve pausa, tanto a la furia del mar como a la tuya; un viaje seguro va a ser el premio a tu demora. No te preocupés por mí, perdoná a Iulo, tu hijo pequeño. Es suficiente con que me mates a mí. ¿Qué merece tu hijo y los dioses Penates? ¿Hundirá la ola a dioses salvados de los fuegos? Los llevas con vos, ingrato, tus reliquias y tu padre oprimieron tus hombros según alardeás. En todo mentís, porque tu lengua no comienza a engañar por nosotros, no soy yo la primera a la que herís. Se preguntará dónde esta la madre de Iulo hermoso, sola murió, abandonada por su duro esposo. Estas cosas me habías contado, me conmovieron. A partir de entonces, va a ser menor mi pena que tu culpa. Y no tengo mente incierta de que te condenen mis númenes: te agita el séptimo invierno por el mar, por las tierras. Las olas te arrojaron y yo te recibí en un refugio tranquilo, y apenas alcancé a oír tu nombre te di mis reinos. Pero ojalá hubiera estado contenta con esto, y sepulta estuviera la fama de aquel concúbito. Me dañó aquel día en que, bajo profundo antro, nos empujó con súbitas aguas la azul tormenta. Una voz había oído, creí que aullaban las ninfas, las Euménides dieron señales a mis hados. Exige el castigo, pudor dañado y derechos violados del lecho, que no se afloje mi fama hasta mi muerte. Y ustedes manes de mi alma y cenizas de Siqueo, hacia los que llena de pudor acudo, ay miserable de mí. Tengo a mi sagrado Siqueo en un templo marmóreo; lo cubren frondas puestas al frente y vellones blancos; de ahí cuatro veces por boca conocida he sentido que me llamaban, él me ha dicho con sonido tenue: - Vení Elisa. No hay demora alguna, voy, voy a ti entregada, consorte; pero soy lenta, tras haber perdido mi pudor, él está quitando la maldad a mi falta. Su diosa madre, su padre anciano, la pía carga de su hijo, me dieron esperanza de que Eneas sería esposo duradero. Si erré, mi error tuvo causas honestas, añadí la confianza: en ninguna parte hay que llorarlo. Durá hasta el extremo y perseguí el final de mi vida esa continuidad de mi hado que antes hubo. Cayó mi esposo asesinado ante los tirios y el premio de tan gran crimen mi hermano tiene. Me echan desterrada y dejo los restos de mi marido y de mi patria y siguiéndome un enemigo voy por duros caminos. Me voy a lo desconocido, y escapando de mi hermano y del mar, compro la playa, pérfido, que te he donado a ti. Establecí una ciudad y fijé murallas tendidas bastamente, envidiables a los cercanos sitios. Se hinchan guerras, por guerras soy tocada- extranjera y mujer- y preparo las puertas y armas de una urbe aun sin terminar; plací a mil pretendientes, que se me acercaron quejándose de que preferí aun don nadie más que a sus tálamos. ¿Por qué dudas en entregarme, atada, al Getulo Yarbas? Yo misma ofrecería mis brazos a tu crimen. También está mi hermano, cuya mano impía da culto a los celestes. Si eras vos que iba a dar culto a los que salvaste del fuego, los dioses, de haber sido fuegos salvados se duelen. Y acaso, criminal, abandones a una Dido embarazada y se oculte encerrada en mi cuerpo una parte de vos. A los hados de su madre se acerca el pobre niño, serás el autor de la muerte del que no ha nacido aun, el hermano de Iulo morirá junto con su madre. Una sola pena arrastrara a los dos juntos. Pero los dioses ordenan partir, querría yo que hubiesen impedido que llegaras, la tierra púnica no hubiese sido oprimida por los teucros siendo un dios favorable. Digamos que sí, serás agitado por los vientos adversos y gastarás largas temporadas en un mar rabioso, deberías volver aun con tanto esfuerzo si Pérgamo fuera tanto como era cuando Héctor vivía. No buscás la patria sino las olas del Tiber. Digamos que llegás adónde quereés, serás extranjero. Como se esconde, como evita tus naves la tierra buscada inaccesible te tocará apenas cuando seas viejo. Mejor recibe estos pueblos como dote y las riquezas de Pygmalión traídas tras deshacerte de aquello que es tortuoso. Transporta con dicha Ilion a la ciudad Tyria. Quedáte con este lugar y con el cetro sagrado del rey. Si tu mente está ávida de guerra, si Iulo busca donde hay un triunfo para su propio Marte, le ofreceremos enemigos que superar para que no falte nada, este lugar toma leyes de paz y armas. Vos solo, por tu madre y las flechas fraternas y por los objetos Dardanios sagrados, compañeros de dioses en fugar, así venzan, aquellos de tu gente que llevas, que Marte feroz sea la medida de tu condena, que Ascanio viva feliz sus años y los huesos del anciano Anquises descansen tranquilamente. Cuida la casa la cual se te entrega para que la tengas, te lo suplico. ¿Decíme cual fue mi crimen excepto amarte? No soy oriunda de Pthios o de la magna Micenas ni mi marido ni mi padre estuvieron en tu contra. Si te avergonzás de que sea tu esposa, seré llamada no novia sino anfitriona. Con tal de ser tuya Dido soportará ser cualquier cosa. Los mares que golpean la costa africana me son conocidos, en cierto tiempo dan vía libre, otras veces lo niegan. Cuando el viento dé vía libre ofrecerás tus velas a los vientos, algo leve retiene tus naves ahora arrojadas. Mandáme que observe la ocasión, te irás más seguro y si querés yo misma impediré que te quedes. Los compañeros reclaman un descanso y la flota destrozada exige, aun sin reparar, una pequeña demora. Por lo que me merezco y si te debemos alguna cosa más, por la esperanza de una unión pudo un poco de tiempo gasta que el mar se apacigüe y hasta que la costumbre atempere el amor y aprenda a poder soportar con esfuerzo la tristeza. En caso contrario, tengo la decisión de quitarme la vida, no tienes más tiempo para mí. Ojalá vieras cual es la imagen de la que te escribe, escribimos y la espada Troyana está en mi regazo. Las lágrimas corren por las mejillas hacia la corta espada, que será manchada ya con la sangre en vez de con las lágrimas. ¡Cuan conveniente a mis hados tus regalos! Levantás nuestro sepulcro con poco. Y mi pecho ahora no es herido por primera vez con un arma, este lugar tiene una herida salvaje de salvaje amor. Ana hermana, hermana Ana, cómplice desafortunadamente de mi culpa, ya darás las últimas ofrendas a mis cenizas y no me veo inscripta como Elisa de Siqueo una vez consumida por el fuego; este texto estará en el mármol de mi tumba: “Eneas proporcionó la causa de mi muerte y la espada, Dido sucumbió tras hacer uso ella misma de su mano”.
Traducción: Leonor Silvestri.2004.
Este es el intertexto del relato del amor de Dido y Eneas en la Envida de Virgilio (Canto IV). EL primer grupo de cartas de las heroínas de Ovidio fue compuesto después del año 17 a C, tras la publicación del poeta que respondía a las órdenes de Augusto. La Heroida VII, texto patético hasta las lágrimas, se propone como una parodia del de Virgilio y propone otro modelo de virilidad, el de los poetas elegíacos.
Heroida VII.
Recibe Daradánida el poema de Elisa, la que va a morir, las últimas palabras que lees de mí estás leyendo.
Así, al llamarlo los hados, echado en las húmedas hierbas a orillas del Meandro, el albo cisne canta. Y no porque espera que vos por mi ruego puedas ser conmovido hablo: emprendimos algo, siendo un dios enemigo. Sin embargo, puesto que malamente perdí la reputación del mérito, el cuerpo y el espíritu púdico, perder las palabras el leve. No obstante, estás decidido a irte y a abandonar a la mísera Dido y los mismos vientos llevarán las velas y la confianza. Estás decidido a irte ,Enea, a soltar las naves con nuestra alianza, y a ir detrás de los reinos itálicos, los cuales ignoras donde están. Y no te conmueven ni la nueva Cartago, ni las elevadas murallas, ni la totalidad de las cosas entregadas. Huís de lo que hiciste, y perseguís lo que está por ser hecho. Otra ha de ser buscada por el orbe, otra tierra buscada por vos. Aunque encuentres esa tierra, ¿quién te la dará para que la tengas?¿ Quién dará sus campos a desconocidos para que los posean? Otro amor existe, otra Dido vas a tener, para que por segunda vez la engañes, otro compromiso será dado. ¿Cuándo será que establezcas una ciudad tan grande como Cartago y veas a tu pueblo, engrandecido, desde una ciudadela? ¿Aunque todas estas cosas ocurran y los dioses no retrasen tus juramentos, dónde habrá para vos una esposa que te ame así como lo hago yo? Me quemo como las teas embadurnadas de azufre, como píos inciensos colocados en piras funerarias extinguidas. Eneas siempre estás adherido a mis ojos vigilantes, a Eneas el día y la noche restituyen en mi alma. En efecto, él es mal agradecido y sordo a las obligaciones y de él querría yo carecer, si no fuera una necia. Sin embargo, no odio a Eneas, aunque mal reflexiona pero lamento que sea ingrato y, tras quejarme, lo amo de peor manera. Venus, contempla a tu nuera y rodea, Cupido, a tu duro hermano, que Eneas milite en tus campamentos militares. O que me dé el comienzo de mi cura, pues no lo desdeño. Soy engañada y esta imagen es construida para mí desde algo falso: aquel es diferente de su madre. A vos la piedra, los montes y los robles nacidos en altas roca, a vos las fieras salvajes te han engendrado; o el mar, como lo ves ser aun ahora agitado por los vientos. ¿A dónde, no obstante, te preparás para ir con oleajes adversos, a dónde huís? La tempestad te cierra el paso. Su servicio me ayuda. Mirá cómo el Euro levanta revueltas olas. Lo que prefiero deberte a vos, dejáme que se lo deba a las tormentas; son el viento y la ola más justos que vos. No valgo tanto como para que te mates mientras huís de mí a través de largos mares. Ejercés odios valiosos y que mucho te cuestan si, con tal de librarte de mí, el morir es poco para vos. Ya se calmarán los vientos y aplacado igualmente el oleaje Tritón se correrá por el mar con potros azules. Ojalá vos también fueras mudable como los vientos. Y lo serás, si no vencés a los robles en dureza. ¿Qué pasará si ignorás que pueden los mares insanos? ¿En el agua, detenida tan mal tantas veces todavía confiás? Aunque soltés amarras hasta cuando el mar te persuada, mucho de triste, empero, el mar dilatado tiene. Y no ayuda haber violado la confianza a quienes tienta el mar , ese lugar ejecuta el castigo a la perfidia, sobre todo cuando Amor fue herido, pues la madre de Cupido dicen que nació desnuda en las aguas citereas. Perdida temo perder o dañar al que me daña; o que, náufrago, beba el enemigo marinas aguas. Viví, te lo ruego, mejor así que en el funeral yo te pierda, que mejor se diga que vos sos la causa de mi muerte. Imaginemos que a vos- y ningún peso hay en este augurio-te atrapa una rauda ola; ¿qué pensarás? Los perjurios de tu falsa lengua te asaltarán de pronto y Dido, por engaño frigio, a morir será forzada; surgirá ante tus ojos la imagen de una esposa engañada, triste y sanguinolenta, con los cabellos revueltos. “Todo lo que sea, lo merecí, perdonáme”- dirás, y cuantos rayos caigan, creerás que te los lanzan a vos. Dá breve pausa, tanto a la furia del mar como a la tuya; un viaje seguro va a ser el premio a tu demora. No te preocupés por mí, perdoná a Iulo, tu hijo pequeño. Es suficiente con que me mates a mí. ¿Qué merece tu hijo y los dioses Penates? ¿Hundirá la ola a dioses salvados de los fuegos? Los llevas con vos, ingrato, tus reliquias y tu padre oprimieron tus hombros según alardeás. En todo mentís, porque tu lengua no comienza a engañar por nosotros, no soy yo la primera a la que herís. Se preguntará dónde esta la madre de Iulo hermoso, sola murió, abandonada por su duro esposo. Estas cosas me habías contado, me conmovieron. A partir de entonces, va a ser menor mi pena que tu culpa. Y no tengo mente incierta de que te condenen mis númenes: te agita el séptimo invierno por el mar, por las tierras. Las olas te arrojaron y yo te recibí en un refugio tranquilo, y apenas alcancé a oír tu nombre te di mis reinos. Pero ojalá hubiera estado contenta con esto, y sepulta estuviera la fama de aquel concúbito. Me dañó aquel día en que, bajo profundo antro, nos empujó con súbitas aguas la azul tormenta. Una voz había oído, creí que aullaban las ninfas, las Euménides dieron señales a mis hados. Exige el castigo, pudor dañado y derechos violados del lecho, que no se afloje mi fama hasta mi muerte. Y ustedes manes de mi alma y cenizas de Siqueo, hacia los que llena de pudor acudo, ay miserable de mí. Tengo a mi sagrado Siqueo en un templo marmóreo; lo cubren frondas puestas al frente y vellones blancos; de ahí cuatro veces por boca conocida he sentido que me llamaban, él me ha dicho con sonido tenue: - Vení Elisa. No hay demora alguna, voy, voy a ti entregada, consorte; pero soy lenta, tras haber perdido mi pudor, él está quitando la maldad a mi falta. Su diosa madre, su padre anciano, la pía carga de su hijo, me dieron esperanza de que Eneas sería esposo duradero. Si erré, mi error tuvo causas honestas, añadí la confianza: en ninguna parte hay que llorarlo. Durá hasta el extremo y perseguí el final de mi vida esa continuidad de mi hado que antes hubo. Cayó mi esposo asesinado ante los tirios y el premio de tan gran crimen mi hermano tiene. Me echan desterrada y dejo los restos de mi marido y de mi patria y siguiéndome un enemigo voy por duros caminos. Me voy a lo desconocido, y escapando de mi hermano y del mar, compro la playa, pérfido, que te he donado a ti. Establecí una ciudad y fijé murallas tendidas bastamente, envidiables a los cercanos sitios. Se hinchan guerras, por guerras soy tocada- extranjera y mujer- y preparo las puertas y armas de una urbe aun sin terminar; plací a mil pretendientes, que se me acercaron quejándose de que preferí aun don nadie más que a sus tálamos. ¿Por qué dudas en entregarme, atada, al Getulo Yarbas? Yo misma ofrecería mis brazos a tu crimen. También está mi hermano, cuya mano impía da culto a los celestes. Si eras vos que iba a dar culto a los que salvaste del fuego, los dioses, de haber sido fuegos salvados se duelen. Y acaso, criminal, abandones a una Dido embarazada y se oculte encerrada en mi cuerpo una parte de vos. A los hados de su madre se acerca el pobre niño, serás el autor de la muerte del que no ha nacido aun, el hermano de Iulo morirá junto con su madre. Una sola pena arrastrara a los dos juntos. Pero los dioses ordenan partir, querría yo que hubiesen impedido que llegaras, la tierra púnica no hubiese sido oprimida por los teucros siendo un dios favorable. Digamos que sí, serás agitado por los vientos adversos y gastarás largas temporadas en un mar rabioso, deberías volver aun con tanto esfuerzo si Pérgamo fuera tanto como era cuando Héctor vivía. No buscás la patria sino las olas del Tiber. Digamos que llegás adónde quereés, serás extranjero. Como se esconde, como evita tus naves la tierra buscada inaccesible te tocará apenas cuando seas viejo. Mejor recibe estos pueblos como dote y las riquezas de Pygmalión traídas tras deshacerte de aquello que es tortuoso. Transporta con dicha Ilion a la ciudad Tyria. Quedáte con este lugar y con el cetro sagrado del rey. Si tu mente está ávida de guerra, si Iulo busca donde hay un triunfo para su propio Marte, le ofreceremos enemigos que superar para que no falte nada, este lugar toma leyes de paz y armas. Vos solo, por tu madre y las flechas fraternas y por los objetos Dardanios sagrados, compañeros de dioses en fugar, así venzan, aquellos de tu gente que llevas, que Marte feroz sea la medida de tu condena, que Ascanio viva feliz sus años y los huesos del anciano Anquises descansen tranquilamente. Cuida la casa la cual se te entrega para que la tengas, te lo suplico. ¿Decíme cual fue mi crimen excepto amarte? No soy oriunda de Pthios o de la magna Micenas ni mi marido ni mi padre estuvieron en tu contra. Si te avergonzás de que sea tu esposa, seré llamada no novia sino anfitriona. Con tal de ser tuya Dido soportará ser cualquier cosa. Los mares que golpean la costa africana me son conocidos, en cierto tiempo dan vía libre, otras veces lo niegan. Cuando el viento dé vía libre ofrecerás tus velas a los vientos, algo leve retiene tus naves ahora arrojadas. Mandáme que observe la ocasión, te irás más seguro y si querés yo misma impediré que te quedes. Los compañeros reclaman un descanso y la flota destrozada exige, aun sin reparar, una pequeña demora. Por lo que me merezco y si te debemos alguna cosa más, por la esperanza de una unión pudo un poco de tiempo gasta que el mar se apacigüe y hasta que la costumbre atempere el amor y aprenda a poder soportar con esfuerzo la tristeza. En caso contrario, tengo la decisión de quitarme la vida, no tienes más tiempo para mí. Ojalá vieras cual es la imagen de la que te escribe, escribimos y la espada Troyana está en mi regazo. Las lágrimas corren por las mejillas hacia la corta espada, que será manchada ya con la sangre en vez de con las lágrimas. ¡Cuan conveniente a mis hados tus regalos! Levantás nuestro sepulcro con poco. Y mi pecho ahora no es herido por primera vez con un arma, este lugar tiene una herida salvaje de salvaje amor. Ana hermana, hermana Ana, cómplice desafortunadamente de mi culpa, ya darás las últimas ofrendas a mis cenizas y no me veo inscripta como Elisa de Siqueo una vez consumida por el fuego; este texto estará en el mármol de mi tumba: “Eneas proporcionó la causa de mi muerte y la espada, Dido sucumbió tras hacer uso ella misma de su mano”.
Traducción: Leonor Silvestri.2004.
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